viernes, 2 de enero de 2015

ESTIMULANDO LA TESTOSTERONA


Los estimuladores de testosterona con aumentos implícitos en la musculatura y potencia sexual son un gran negocio. La terapia de reposición de testosterona (TRT), antes considerada algo frívolo, inmoral y peligroso, se ha convertido uno de los tratamientos más anunciados en publicidades directas al consumidor.

Esto sólo beneficia a las compañías farmacéuticas, pues polariza la opinión profesional contra el tratamiento en vez de despertar el interés de la población adecuada, llamando la atención del público en general.

Muchos médicos se oponen de forma rotunda a estos tratamientos, ya que consideran que tratar el envejecimiento es algo herético. Poniendo de lado el diagnóstico adecuado de detección para un adulto que presente deficiencia de testosterona, el tratamiento siempre ha sido bastante simplista: reemplazar la testosterona.

Obviamente eso es un tratamiento incompleto y no restaura la producción natural o endógena de esta hormona. Lo ideal para muchos hombres que responden al tratamiento, sería restaurar la producción endógena de testosterona, haciendo arrancar las células de Leydig, que son las células que se encuentran en los testículos y que producen testosterona.

Esto podría ser aplicable a físicoculturistas naturales que sufren de disminución en los niveles de testosterona como consecuencia del sobreentrenamiento o por hacer dietas extremadamente hipocalóricas, así como a físicoculturistas que usan sustancias mejoradoras del rendimiento, que esperan restaurar su producción endógena de testosterona (y posible fertilidad) después de un ciclo de esteroides anabólicos (AAS).

La producción endógena de testosterona puede fallar por causas primarias (testículos o células de Leydig), secundarias (disfunción pituitaria) o terciarias (disfunción hipotalámica) así como por patologías combinadas.

Presumiblemente, los físicoculturistas tienen una capacidad normal de producción endógena de testosterona, por eso la terapia postciclo se enfoca en reducir el feedback negativo entre el eje hipotalámico-pituitario y las células de Leydig, así como en promover un estímulo exógeno a las células de Leydig para que se “despierten” después de haber pasado semanas o meses suprimidas por los esteroides (AAS).

Las rutinas desarrolladas por físicoculturistas en ensayos y errores han sido incorporadas a la medicina clínica, consisten en hCG en dosis moderadas (ej., 400 UI cada dos días); adicionalmente, se usan citrato de clomifeno o un inhibidor de aromatasa (ej., anastrozol, letrozol) para reducir la supresión del hipotálamo y pituitaria.

Se le ha prestado atención a las células de Leydig, pues muchos hombres sufren de una forma primaria o combinada de hipogonadismo. Esto es especialmente cierto en hombres con problemas de fertilidad, así como en aquéllos con una disminución avanzada relacionada con la edad en estatus andrógeno. Altas concentraciones de esteroides (AAS) pueden agotar la población de células de Leydig y hacerlas menos sensibles a la estimulación natural de HL en la pituitaria.




Adicionalmente existen muchos metales y toxinas que pueden provocar disfunción o pérdida de las células de Leydig. Un reciente artículo publicado en la revista Andrology discute sobre cinco nuevas drogas en desarrollo para tratar el hipogonadismo primario.

La intención de estas terapias no es sólo estimular las células de Leydig, sino mantener su número y aumentar la respuesta y habilidad de responder a la HL/hCG. Los cinco targets discutidos por los autores se enfocan en aquéllos que tienen un tratamiento viable. Lo fascinante es que los cinco son componentes que afectan la tasa de producción de testosterona:

Aumentando la respuesta a la HL/hCG, aumentando la transcripción (producción de enzima de proteína) de StAR y TSPO que transporta el colesterol (la molécula precursora de todas las hormonas esteroides) a la membrana interna de la mitocondria donde se convierte a pregnenolona; transportando pregnenolona al retículo endoplasmático donde la pregnenolona se convierte en testosterona y reduciendo la actividad de la enzima COX2, pues ésta produce ácido araquidónico derivado de prostaglandinas que inhiben la síntesis de StAR.

Sí lo sé, eso fue una explicación bastante técnica, pero lo que importa es que cuando la testosterona está baja debido a una disfunción de las células de Leydig, la producción probablemente esté bloqueada en uno de esos cinco pasos y esto es algo que puede corregirse.

Las drogas varían dependiendo del target específico que intentan corregir y los autores sugieren que probablemente funcione mejor un “coctel”. La primera clase de drogas es muy conocida por un subtipo que corrige la disfunción eréctil, inhibidores de fosfodiesterasa, tales como el Viagra. Se mostrado que el Viagra y drogas similares aumentan la testosterona, aunque son más selectivas para el tipo 5 PDE.

La producción de testosterona se ve afectada por otras enzimas PDE, más notablemente la PDE8A. Estudios con animales han mostrado que los ratones con deficiencia de PDE8A tienen mayor producción de testosterona; se observó una respuesta mayor a la HL en ratones tratados con inhibidores de PDE8A.2 Aun no están disponibles estos inhibidores, pero debido al aumento en testosterona notado en hombres (con niveles bajos en la hormona) que usan Viagra o droga similares, el efecto puede obtenerse con esa clase de drogas debido a la especificidad cruzada.

Dos proteínas, la StAR y la TSPO, participan en el transporte de colesterol como precursor a la membrana interna de la mitocondria, un compartimiento u orgánulo en la célula de Leydig. La mitocondria es como una línea de ensamblaje de una fábrica, en el que la StAR y la TSPO son las carretillas que traen el colesterol del almacén. Tanto la StAR como la TSPO disminuyen con la edad. Las investigaciones han mostrado que activar la TSPO con un “ligando” restaura la producción de testosterona en las células de Leydig en roedores envejecidos.

El ácido araquidónico es un ácido graso que sirve como precursor de unas moléculas inflamatorias señalizadoras llamadas prostaglandinas y tromboxanos. En particular, el tromboxano A2 (TXA2) ha mostrado disminuir la producción de StAR, una de las carretillas que cargan colesterol a la “fábrica de testosterona”.

Afortunadamente, el TXA2 es producido a través de una vía llamada ciclooxigenasa 2 ó COX2. Ya existen inhibidores de COX en el mercado, incluyendo el inhibidor de COX2 Celebrex. Estudios con ratones han confirmado un aumento en la producción de testosterona al inhibir el COX2. Desafortunadamente el efecto de Celebrex en la concentración de testosterona en humanos nunca ha sido investigado. Sin embargo, al ser aprobada por la FDA, podrían investigarse sus efectos para este propósito.

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